Cada día la cifra oficial de muertos va en ascenso. El paso del ciclón Idai por el sureste de África (Mozambique, Zimbabue y Malawi) ha devastado territorios enteros de estos tres países. La zona más afectada ha sido la costa y el centro de Mozambique. Allí el número oficial de muertos asciende ya a más de 222, pero el pasado lunes el presidente del país, Filipe Nyusi, dijo que la cifra podría superar los 1.000. Las agencias de ayuda internacional califican las consecuencias de esta tormenta como el peor desastre que ha sufrido el sureste de África en dos décadas.
El ciclón Idai alcanzó vientos máximos de 177 kilómetros por hora y llegó al litoral de Mozambique el pasado jueves por la tarde noche. La gran tormenta se desplazó luego a dos países vecinos: Zimbabue, donde los fuertes vientos y la lluvia torrencial han dejado 98 fallecidos (oficialmente), y Malaui (con al menos 150 muertos). Las estimaciones señalan que al menos 1,7 millones de personas se han visto directamente afectadas por el paso del ciclón, según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU.
La ciudad más afectada fue Beira, una urbe portuaria de Mozambique. El 90% de esta ciudad, de 500.000 habitantes, ha quedado completamente devastada, según Cruz Roja. La urbe ha pasado a convertirse en casi fantasma, muchas casas han quedado totalmente destruidas, no hay agua potable ni energía eléctrica y los establecimientos comerciales e instituciones públicas han tenido que echar el cierre por el azote del ciclón.
Mientras, los rescatistas siguen trabajando contra reloj para ayudar a los supervivientes, algunos refugiados en los tejados de las casas o subidos a las copas de los árboles. En Zimbabue, aunque la cifra oficial de fallecidos es de 98 personas, este balance podría ascender en las próximas horas al haber decenas de desaparecidos. "Hay cuerpos que están flotando, algunos [llegando] hasta Mozambique", ha señalado el ministro zimbauense July Moyo. En Malaui, por su parte, hay 56 muertos, casi un millón de afectados y más de 80.000 personas que se han visto forzadas a abandonar sus hogares.
La situación se agrava en Mozambique
En los distritos vecinos a Beira de Búzi, Chibabava, Muanza, Mossurize y Sussundenga miles de ciudadanos siguen en los tejados de las pocas viviendas que quedan en pie y en las copas de los árboles que resistieron a la fuerza de los ríos Búzi y Pungué que, desde el sábado, están desbordados y han provocado inundaciones en la zona. Los equipos de emergencia están utilizando botes y helicópteros para tratar de llegar hasta los supervivientes de esta tragedia, ya que numerosos puentes y carreteras han sido arrastrados por el agua. Una zona de 100 kilómetros de largo está totalmente inundada, según el ministro de Medio Ambiente, Celson Correia. Hay, además, un "océano" en la tierra que aísla por completo muchos pueblos, según dijo a la agencia France Presse una cooperante que prefirió no identificarse.
"En los árboles, la gente tiene que luchar con serpientes, insectos, animales", ha asegurado Ian Scher, presidente de la organización sudafricana Rescue, que participa en operaciones de socorro en Mozambique. "Tenemos que tomar decisiones difíciles. A veces solo se puede salvar a dos personas de cada cinco. A veces les dejamos comida y vamos a socorrer a otras personas que están en mayor peligro", ha explicado Scher.
La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) alertó de que las próximas 72 horas serán "críticas" para Mozambique: los efectos del ciclón y de las inundaciones se pueden agravar, ya que la lluvia sigue cayendo con fuerza en los lugares más golpeados por las inclemencias. Además, la capacidad de algunas represas de la zona se está acercando a su máximo nivel. El presidente de ese país ha pedido a los ciudadanos que viven cerca de ríos que "abandonen la zona para salvar su vida" porque las autoridades no tendrán otro remedio que abrir las compuertas a pesar de que la tierra ya esta totalmente inundada.